El Clan de los Kaïrel, Eranthos y cuatro de sus hijas
El Clan de los Kaïrel – Guardianes del Oasis
Historia y Cimientos
En las profundidades del gran desierto, más allá del alcance habitual de las caravanas doradas de Shar’Vahl, habita el Clan de los Kaïrel, un pueblo nómada que ha custodiado su independencia durante generaciones. Bajo la guía del anciano patriarca Eranthos, Guardián de la Memoria, y de sus cinco hijas, los Kaïrel sobreviven entre dunas y estrellas, pastoreando rebaños y protegiendo lo que consideran su mayor tesoro: el Oasis de la Luna Silenciosa.
Este oasis es un refugio real cuyo emplazamiento apartado lo mantuvo durante siglos al margen de las rutas comerciales. Su aparente insignificancia fue su mayor escudo. Sin embargo, bajo sus aguas y arenas reposan verdades que, si fueran conocidas, condenarían al clan a la destrucción.
Los Dos Secretos del Oasis
El clan sostiene sobre sus hombros dos secretos mortales, capaces de atraer la ira tanto del Gremio de Mercaderes como de la Teocracia Solar.
El Cartógrafo Marcado
Años atrás, Eranthos y su hija Seyra hallaron moribundo en las arenas a Kaelor, un cartógrafo fugitivo de Shar’Vahl. Lo acogieron, y antes de sanar sus heridas, este reveló su carga: había robado el Registro del Oro Oscuro, un códice que demostraba cómo la Casa Damaris, una de las familias más antiguas de los Dunas-Señores, comerciaba en secreto con cultistas de Siarus.
Perseguido por traición, Kaelor enterró el códice en un lugar que solo él conoce, antes de ser traicionado por el despiadado consejero de la Casa, Malrek. Desde entonces, los Kaïrel esconden al único hombre capaz de probar una conspiración que podría sacudir los cimientos de Shar’Vahl.
El Huésped de Bronce
Mucho antes de hallar a Kaelor, el clan había descubierto entre las dunas los restos de un autómata de Xell, dañado en una expedición olvidada. Al principio lo temieron como una herejía, pero la curiosidad pudo más que el miedo: reparado por un explorador perdido de los Yermos del Óxido lo llamaron Fósil.
Lejos de ser un arma, el Huésped de Bronce resultó dócil y útil: hallaba agua bajo la arena y reparaba herramientas con paciencia inhumana. Con el tiempo, se volvió parte de la comunidad, casi como un miembro adoptado. Pero los Kaïrel saben bien que ocultar una máquina de Xell es un crimen imperdonable: si el templo descubriera su existencia, serían declarados herejes y purgados sin piedad.
Su Conflicto Actual
La llegada de una caravana del Gremio de Mercaderes ha puesto al clan en jaque. Oficialmente dirigida por el joven heredero Orvel Damaris, en realidad está controlada desde las sombras por Malrek, quien utiliza el viaje como excusa para cazar a Kaelor y recuperar el Registro del Oro Oscuro.
Seyra se halla atrapada en un dilema imposible. Si los mercenarios descubren a Kaelor, todos los Kaïrel serán ejecutados para silenciar el secreto. Si descubren al Huésped de Bronce, Malrek tendrá el arma perfecta de chantaje: entregar al clan al templo como herejes a cambio de que sus propios crímenes sean olvidados.
La joven debe hallar la forma de proteger a su amado y a su pueblo, sabiendo que el secreto político puede ser su única arma contra los mercaderes… pero usarlo significaría exponer el secreto religioso, y con ello condenar al clan entero.
Oasis de la Luna Silenciosa
Kaelor – El Cartógrafo Marcado
Edad: 39 años
Raza: Humano
Región: Shar’Vahl (en el exilio)
Afiliación: Antaño al servicio de la Casa Damaris, ahora refugiado entre los Kaïrel
Rango: Cartógrafo y fugitivo, actualmente ejerce de Pastor
Kaelor fue en otro tiempo un prometedor cartógrafo de Shar’Vahl, célebre por descifrar mapas antiguos y rutas olvidadas. Su destino se torció cuando descubrió el Registro del Oro Oscuro, códice maldito que probaba la traición de la Casa Damaris. Perseguido por órdenes del consejero Malrek y dado por muerto tras un atentado fallido, huyó al desierto. Antes de escapar, enterró el Registro en un lugar secreto cuyo paradero solo él conoce.
Hoy vive entre los Kaïrel, en una existencia prestada. Los respeta como salvadores, pero se consume con la certeza de haberlos arrastrado a un destino de muerte. El amor que lo une a Seyra es su única luz, aunque también su mayor tormento: sabe que su sola presencia pone en riesgo a la mujer que ama y al pueblo que le abrió las puertas.
El Secreto Enterrado
Kaelor es un hombre de letras atrapado en una guerra de sombras. Su única arma es el conocimiento de dónde descansa el Registro, un poder capaz de incendiar Shar’Vahl y desatar una guerra entre gremios y templos. Lo teme tanto como lo guarda: revelarlo sería una sentencia, callarlo una condena.
Depende por completo de la protección de los Kaïrel, pero a su manera también se ha convertido en su protector. Para Kaelor, ya no hay regreso a Shar’Vahl: solo el desierto, el amor imposible y el peso de un secreto que, enterrado bajo la arena, palpita como una llama a punto de despertar.
Seyra – La Guardiana del Oasis
Título: Heredera del Clan Kaïrel
Raza: Humana
Región: El Gran Desierto (Naharit)
Afiliación: Clan de los Kaïrel
Rango: Guardiana en entrenamiento, protectora de los secretos
Seyra, primogénita de Eranthos, es una joven forjada en la dureza y la belleza del desierto. Exploradora hábil, conocedora de las rutas ocultas y de las señales que dejan el viento y la arena, está destinada a suceder a su padre como Guardiana de la Memoria, encargada de preservar tanto las tradiciones del clan como los secretos que lo mantienen con vida.
Su existencia, antes marcada por los ciclos eternos de pastoreo y estrellas, se ha visto sacudida por la carga de custodiar dos verdades capaces de destruir imperios: el exilio de Kaelor, portador del Códice del Oro Oscuro, y la presencia del Huésped de Bronce, anatema para la teocracia.
Dividida entre el deber hacia su pueblo y el amor prohibido que la une a Kaelor, Seyra carga con un peso que sobrepasa sus años. A diferencia de su padre, que mira el pasado con temor, ella vislumbra un futuro incierto donde cada decisión puede ser la última.
El Corazón Atrapado
Seyra es la guardiana de un equilibrio tan frágil como la arena que se escurre entre los dedos. Su amor por Kaelor es su mayor fuerza, pero también la grieta más peligrosa de los Kaïrel.
No enfrenta a Malrek ni a los Dunas-Señores con la espada, sino con el ingenio de quien conoce los senderos ocultos del desierto, con la astucia de quien sabe que a veces sobrevivir es más valioso que vencer.
Su mayor temor es que llegue el día en que deba elegir entre el hombre que ama y el pueblo al que juró proteger. Una decisión imposible que late en cada mirada, en cada silencio, como una herida que nunca cicatriza.
Eranthos – Guardián de la Memoria
Título: Patriarca Eranthos, Guardián de la Memoria
Raza: Humano
Región: El Gran Desierto (Naharit)
Afiliación: Clan de los Kaïrel
Rango: Patriarca y líder del clan
Eranthos es el anciano patriarca del Clan de los Kaïrel, un líder venerado cuya voz guarda la historia oral, las rutas ocultas y los mitos ancestrales de su pueblo. Durante décadas ha guiado a los suyos a través de dunas y estrellas, sosteniendo la vida del clan sobre un equilibrio de prudencia, compasión y pragmatismo.
Siguiendo este credo, tomó las dos decisiones que ahora pesan como cadenas sobre el destino de los Kaïrel. Primero, la de acoger y reparar al Huésped de Bronce, “Fósil”, viendo en él un don inesperado que la arena había arrojado a su pueblo. Años después, la de dar refugio a Kaelor, el cartógrafo marcado, reconociendo en sus ojos la verdad de un hombre perseguido por la injusticia. Ambos actos nacieron de la bondad… pero atrajeron la mirada de los dos poderes más implacables de Naharit: la Teocracia Solar y el Gremio de Mercaderes.
El Peso de los Secretos
En el ocaso de su vida, Eranthos se ve consumido por las dudas. Observa cómo su hija Seyra carga con la herencia de secretos que él mismo eligió custodiar, y teme que su legado no sea de sabiduría, sino de ruina.
Aún confía en la fuerza y la astucia de su heredera, pero cada noche se pregunta si, al salvar a un hombre y a una máquina, no habrá condenado a todo un pueblo. En su corazón late una certeza amarga: que la compasión puede ser virtud… o sentencia.