Yandorah, La ciudad flotante de los Mogiz

El Gran Desgarro – Testimonio de Cerevon, Último de los Ocho

Documento preservado en el Anillo Silente. Solo se permite su lectura completa durante la luna nueva, bajo la custodia de un Guardián del Recuerdo. Fechado en los días posteriores al Desgarro.

“Para quienes aún recuerdan, y para quienes aún no han nacido. Que esto no se pierda.”

Yo fui Cerevon.
Mentor de la Memoria.
Servidor del Emperador Luzh-Amon.
Testigo de la ruina.
Y portador del recuerdo.

I. Yandorah, la suspendida

Vivíamos en las alturas, sobre un océano de nubes, en una ciudad que no conocía el suelo.
Yandorah, joya flotante de nuestra civilización, no era solo arquitectura. Era pensamiento cristalizado. Plataformas suspendidas, cúpulas doradas, luces sin fuente... Todo sostenido por la energía del Gran Tejido, una red psíquica voluntaria, libre, donde los Mogiz compartíamos saberes, emociones y visiones cuando así lo deseábamos.

La palabra vivía aún entre nosotros, pero el pensamiento común nos acercaba sin imponer.

Desde Yandorah, los Vigías del Horizonte exploraban el mundo inferior. Su obsesión era una isla envuelta en neblina, rica en vida silvestre, pero sin señales de inteligencia. Era cartografiada y visitada, pero nunca comprendida.
Hoy, esa isla ya no existe.
Ha sido borrada, no destruida.

II. Luzh-Amon y el Corazón del Silencio

El Emperador Luzh-Amon, visionario y temeroso, buscó eliminar toda disonancia. Bajo su orden, nosotros —los Ocho Mentores Supremos— construimos el Corazón del Silencio, una cámara de cristal viva, destinada a fundir todas las mentes en una única voluntad.
Sin voz propia.
Sin error.

III. El Desgarro

Cuando activamos el Corazón, el Tejido se volvió grito.
La armonía se convirtió en tormenta.
Vi a mis hermanos quebrarse. Vi pensamientos deshacerse como ceniza.
Y el núcleo azul de la ciudad, nutrido por esa red, se apagó.

Yandorah comenzó a caer.

IV. La Caída

Desde la cubierta de una de las Arcas del Pensamiento, presenciamos lo impensable:
la ciudad se desmoronaba.

Columnas ciclópeas se quebraban, torres se desplomaban, las plataformas flameaban mientras descendían en espiral, envueltas en fuego, hacia el océano.
Los gritos eran mudos.
La caída, inevitable.

Vi cómo Yandorah, nuestra cuna, nuestra obra más elevada, se hundía en el mar como una joya maldita, devorada por el peso de su propia arrogancia.
Aquel instante, grabado en mis ojos, jamás se borrará de mi mente.

No lloré.
No pude.
No debía.

V. El Exilio

Luzh-Amon sobrevivió. Su trono lo protegió.
Lo llevamos con nosotros porque lo necesitábamos. No porque lo respetáramos.

Viajamos durante generaciones en las Arcas del Pensamiento.
Entre las estrellas, el silencio fue nuestro único compañero.
Hasta que una voz nos alcanzó desde el vacío.
Nos guió a Zeranda.

VI. Zeranda y el Pacto

Descendimos con precaución.
Y allí los vimos: humanos.

Nos temieron. Se escondieron. Nos rechazaron.
Vivimos años de aislamiento. Nadie nos habló. Nadie se acercó.
Éramos extraños caídos del cielo, testigos de un error invisible.

Pero una plaga azotó la ciudad de Manur. Sus curanderos no podían detenerla.
Nosotros sí.

Sin armas, sin exigencias, entramos.
Y los sanamos.

Por primera vez, nos escucharon.

Así nació el Primer Pacto de Sabiduría Compartida.
Y con él, la semilla de Bramsivia.

VII. El Trono Vacío

Durante el descenso a Zeranda, notamos lo imposible:
el trono de Luzh-Amon estaba vacío.

No se escapó. No dejó rastro.
Simplemente desapareció.

¿Fue reclamado por la voz que nos guió?
¿Consumido por su propio artefacto?
¿Absorbido por Zeranda misma?

No lo sabremos.

VIII. Advertencia

A quienes lean esto, siglos después:
No repitan nuestro error.
No silencien mentes.
No sacrifiquen libertad por la ilusión de la perfección.

Cada luna nueva, si aún recuerdan mi nombre, guarden silencio.
No por mí.
Ni por Yandorah.
Ni por el Emperador perdido.

Háganlo por ustedes mismos.
Porque solo donde hay pensamiento libre
puede nacer algo digno de ser llamado civilización.

—Cerevon
Mentor de la Memoria
Último de los Ocho
Escrito a bordo de la Arca del Pensamiento Nahoreth,
durante los años errantes que siguieron al Gran Desgarro

 

Este documento pertenece al período conocido como
TAE – Tiempo Anterior a las Eras, año cero del Gran Desgarro.
Su escritura se estima en los días posteriores a la caída de Yandorah, antes del establecimiento de la Primera Era en Zeranda.

 

Nota comparativa del Cronista — Brecha en el Cielo vs. Gran Desgarro
No deben confundirse. La Brecha en el Cielo es un desgarrón ontológico anclado sobre Siarus, persistente y con emanaciones que permiten la intrusión de entidades ajenas al mundo; su detonante inmediato fue la anulación humana de salvaguardas Zelari durante la sobrecarga de Eldar. En cambio, el Gran Desgarro fue un colapso psiónico sistémico provocado por la activación del Corazón del Silencio (proyecto imperial de fusión mental) que implosionó el Gran Tejido y precipitó la caída de Yandorah. La Brecha exige contención física y ritual continuada (de ahí el Gran Muro); el Desgarro dejó traumas mentales y exilios, pero no un portal estable.

El Éxodo Aéreo, Supervivientes del El Gran Desgarro abandonando Yadorah